El nombre (“flor” en vasco) elegido por el chef Oswaldo Oliva para su restaurante en la Roma Norte es su forma de revivir los recuerdos de su vida en España. Cuando entres, encontrarás bonitas mesas de madera y cuidadosos acabados en cada uno de los niveles que componen el local. Con todo, el mejor sitio quizá sea junto a la barra del chef, donde podrás ver toda la acción. En la cocina, silenciosa y siempre limpia, toma forma un único menú degustación de temporada, basado en la cocina mexicana, pero con influencias de aquí y de allá: brioche cremoso de langosta con emulsión de ikura, tostada de gambas con alioli de chile ahumado, crudo con fresas… No todas las ambiciosas ideas del equipo llegan a buen puerto, pero el esfuerzo y el estilo son dignos de elogio.